En nuestra experiencia, en la implementación de modelos de gestión de riesgos de Compliance muchas veces se toma como referencia la experiencia en empresas reguladas, como las del sector financiero. Esto no tiene nada de malo, siempre que se considere que en estas empresas los controles son parte integral del diseño e implementación de los procesos. Es así como los procesos consideran aprobaciones, auditabilidad y reportes de compliance desde el diseño. En el caso de compliance penal, en general estamos implementando controles sobre procesos existentes, lo que debe ser abordado en la estrategia de implementación, especialmente tratándose de un ambiente complejo y con recursos limitados.
Hemos visto en compliance penal, muchos casos en que se identifican controles tales como políticas y procedimientos que en rigor no son controles. Esto es, no son procesos predecibles que mitiguen los riesgos con determinada efectividad. Esto produce varios efectos negativos:
Por ejemplo, en el caso de cohecho con funcionarios públicos:
Este ejemplo muestra el enfoque que en nuestra experiencia genera tracción en la gestión de riesgos, porque permite evaluar la efectividad de los controles con data y tomar decisiones. En este caso, la decisión sería si la organización no está dispuesta a invertir en controlar las reuniones con funcionarios públicos con un nivel mínimo de gestión, la efectividad del control se debe calificar como baja y el riesgo residual ajustarse de acuerdo con esa evaluación.
La complejidad de los programas de compliance es alta y aumentando, con delitos difíciles de controlar como el cohecho entre privados y con la perspectiva de agregar los delitos económicos. Para nosotros hacerse cargo de esta complejidad con un modelo de gestión integrado y simple, basado en gestionar la efectividad de los controles es la única manera de implementar un programa exitoso con recursos limitados.
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